Monsieur Privé en el Balneario Vichy Catalan

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Basándonos en el principio de que "siempre es mejor prevenir que curar" hoy nos dirigimos a uno de los templos de culto a la salud más emblemáticos de nuestro país, nos referimos al Balneario Vichy Calatán, un oasis de ensueño situado en la población gerundense de Caldes de Malavella, donde el tiempo se detiene y la paz se apodera de nuestra alma, transformando el estrés en calma y la rutina en algo positivo y excepcional que nos ayuda a sobrellevar nuestro día a día. 

La majestuosidad de la construcción, obra del célebre arquitecto Cayetano Buigas, conocido entre otras obras por ser el autor del vanagloriado monumento a Cristóbal Colón en Barcelona, emerge de una frondosa pineda, como si de una fortaleza medieval de un lejano reino de cuento de hadas se tratase. Su estilo neomudéjar deja entrever alguno de los principios fundamentales de su innegable estilo modernista, recurriendo a motivos, formas y líneas de estilo árabe, con los que recrear el esplendor y la tradición del ritual del baño en otras culturas como la islámica. 
Aunque nos encontramos en puertas del otoño, el verano quiso regalarnos algunos de sus últimos rayos de sol, con el fin de que nuestra estancia resultase lo más bucólica e idílica posible. Un aumento súbito de las temperaturas se encargó de hacer el resto permitiéndonos disfrutar de una escapada romántica en la que poder desconectar de la realidad durante unas horas y sumergirnos de pleno en lo más profundo de nuestro ser. 

Tras el check-in, un amable camarero llama a la puerta de nuestra suite, trayéndonos una botella de cava, cortesía de la dirección del hotel. De muy buena gana la descorchamos brindando por lo bello que es la vida y dando gracias al destino y al universo por permitirnos vivir grandes y hermosos momentos como este, desde una preciosa habitación situada en uno de los torreones del edificio. Su terraza privada nos proporcionó una completa vista panorámica de la zona desde la que poder contemplar en todo su esplendor, la magnitud de la belleza del lugar.
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Una vez finalizado nuestro relajante baño de espuma, nos disponemos a visitar todas y cada una de las instalaciones del balneario. Aquellos a quienes les apasione la arquitectura y el virtuosismo de las artes decorativas, disfrutaran de un espectáculo visual sin precedente, deleitándose con algunas de las maravillas que dotan de impronta y carácter propio a cada uno de los espacios. Los forjados, las cornisas y la marquetería envuelven cuidadosamente a un sinfín de originales elementos decorativos como el mobiliario de época y las lámparas de mármol tallado que decoran las dependencias comunes y algunas de las habitaciones.
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A primera hora de la mañana somos los primeros en hacer acto de presencia en la Sala Vichy d'Or, uno de los comedores en los que se sirve el desayuno. De su gran variedad destaca la calidad de un producto de proximidad, cuidadosamente elegido para un comensal exigente y que valora su salud por encima de todo. 

Teniendo en cuenta los gustos y preferencias personales de todo tipo de clientes procedentes de todo el muno, se oferta un completo y saludable buffet con el que satisfacer la más temida de las gulas. Fruta fresca, quesos, embutidos de la zona, salteados de verdura, huevos poché y ensaladas compiten en protagonismo inmersos en un océano healthy de ricos panes, dulces pastas y cereales. 
Poco antes del medio medio día nos decimos a probar la recientemente inaugurada piscina de agua termal que preside los jardines. Su estilo racionalista se integra perfectamente en el paisaje, conviviendo en armonía con el resto del complejo. La cálida temperatura del agua da la bienvenida al visitante, acariciando su piel como suave terciopelo. Pese a la temperatura del exterior, darse un baño se convierte en una grata y satisfactoria experiencia con la que comenzar el día, bien sea desde lo más profundo a través de una monotorizada y gratuita clase de relajación o desde la tranquilidad de una de las camas balinesas que delimitan su perímetro.    
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Nuestro completo pack sensorial consta de tres partes que nos obligan a visitar cada una de las distintas zonas de aguas. (1) La primera, de una hora de duración, consta de un circuito de agua fría-caliente de ocho estaciones con las que ayudar descongestionar nuestro cuerpo, ayudando a activar la circulación de todas nuestras regiones. La técnico del centro nos recomienda alternar siempre agua fría con agua caliente para de este modo regular la presión arterial. El cambio brusco de temperaturas obliga a nuestro organismo a activar las defensas y a protegernos de cualquier tipo de agresión externa al mismo tiempo que ayuda a nuestra piel a eliminar toxinas. (1-Sauna seca, 2-La ducha del cubo de agua fría, 3-Sauna húmeda, 4-Circuito de aguas termales, 5-Circuito de aguas a presión, 6-ducha localizada, 7-Camino de piedras y 8-Ducha limpiadora) Pasados sesenta minutos, una amable quiropráctica nos conduce a las (2) duchas relajantes Vichy para someternos a una sesión de masaje durante veinticinco minutos, bajo relajantes cascadas de agua del manantial. Una sana y completa alternativa con la que liberar tensiones y relajar nuestros músculos mientras oímos de fondo el ruido del agua correr. (3) Por último, tras leer detenidamente la completa carta de masajes y tratamientos que oferta el balneario, nos decidimos por probar un masaje anti-estrés plus de 50 minutos, uno de los masajes más solicitados del centro por su alta eficacia.    
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A las nueve en punto, con estricta puntualidad, se abren las puertas de una de la de las joyas de la corona del balneario, el Restaurante Delicius, una sala centenaria, patrimonio artístico, cuyas paredes han sido testigo directo de poco más de un siglo de historia.  Su decoración de estilo neoclásico incorpora elementos arquitectónicos típicos de la región como los suelos de cerámica, lámparas de araña de vidrio soplado y apliques de hierro forjado.  

Su chef ejecutivo y asesor gastrónomico, David Heras, nos abre de par en par las puertas de su cocina, desvelándonos algunos de sus secretos mejor guardados, junto con parte de varios de los pilares que rigen su filosofía. Tras tocar el cielo de su profesión formando parte del equipo de uno de los más laureados cocineros de todos los tiempos, Ferrán Adrià, cierra con orgullo una etapa, dando la bienvenida a un nuevo reto. Tímido y humilde a partes iguales, palabra a palabra nos roba el corazón, cautivándonos con su discurso y huyendo en todo momento de lo superfluo e innecesario, centrándose en una cocina cercana y próxima a la vez que elegante y sofisticada a la altura del prestigio y reconocimiento de un espacio como este, cuya historia es constantemente revisada y pasada bajo los filtros de su dirección, ofreciendo como resultado un producto genuino y de calidad.  

(En la imagen superior izquierda David Heras posando en la capilla del balneario junto a Eloy Valero brindando durante el transcurso de la cena)     
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Sin más preámbulos da comienzo el espectáculo, una completa cena degustación de seis tiempos en la que poder comprobar en primera persona su destreza y habilidades en la cocina.

Leyendo la carta avistamos un claro movimiento pendular entre el mar y la montaña, presentando propuestas de platos representativos de cada región. 

Como entrantes damos comienzo con una ración de calamares en tempura con salsa de soja y una terrina de foie de pato con fresas y salsa de mango. De los calamares sorprende su textura, fritos en su punto sin notarse ni una gota de aceite. La soja le añade un punto de melosidad. Del foie, nos llama soberanamente la atención el contraste de sabor entre la suavidad del pato y el punto dulce de la fruta.  
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Le sigue una ensalada de verduritas asadas de la huerta, traídas desde la población vecina de Llagotera. Las cultiva un campesino de la zona y desde hace años abastece al balneario. De primer plato nos seducen con un suquet de rape y marisco. El intenso sabor de mar inunda nuestro paladar trasladándonos hasta la población costera de l'Escala. Como plato principal le sigue una espalda de cordero cocida a baja temperatura en su jugo con compota de pera asada, calabaza y trufa blanca. Simplemente espectacular, sin palabras, mientras el intenso aroma de la trufa embriaga el sentido del olfato y el del gusto se obnubila con una jugosa carne que se deshace bocado a bocado. La compota de pera asada con calabaza, ayuda a dar paso paulatinamente al postre, un coulant de chocolate con helado artesano de frutos rojos y crumble de almendras. Su óptimo punto de cocción le infiere una textura esponjosa y homogénea que en combinación con el frío del helado da como resultado un interesante juego de texturas. Sin duda alguna el mejor broche de oro posible para una velada de excepción como esta. 
Al medio día del día siguiente regresamos de nuevo, es curioso como la luz crea distintas atmósferas de un mismo espacio. En esta ocasión la sala se amplía con vistas a un patio interior presidido por una preciosa fuente. 

La luz lo inunda todo a través de los inmensos ventanales que actúan a modo de frontera entre el mundo real y los sueños, un sueño que en nuestro caso está ya a punto de terminar. 
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Como cada domingo, siguiendo nuestra traición familiar y en vista de que la carta lo permitía, nos decantamos por la paella de marisco y los calamares con brochetas de verduras. Un suculento arroz en su punto, elaborado con ingredientes de primerísima calidad nos hizo sentir como en nuestra terraza mientras repetíamos  los calamares que tanto nos gustaron la noche antes. Nuestra escapada healthy llega a su fin con una sopa fría de crema inglesa con frutos rojos y crujiente de caramelo.  

Extasiados y muy contentos queremos dar la gracias a todo el equipo que forma esta gran familia por habernos hecho vivir una experiencia única e inolvidable y por habernos hecho sentir en todo momento como en casa, con sus atenciones, mimo y cariño!
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