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Monsieur Privé en la X Edición de la Regata Puig de Vela Clássica celebrada en Barcelona (Ed. 2017)

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Coincidiendo con su décimo aniversario, la pasada semana se celebró una nueva edición de la prestigiosa Regata Puig de Vela Clássica que cada año organiza en Barcelona la legendaria casa de perfumes Puig.

Batiendo una vez más todos los récords de inscripción respecto a ediciones anteriores, un total de 56 veleros se han disputado el primer premio en las distintas categorías en las que han participado representantes de doce países que han dado lo mejor de si para dejar sus respectivos pabellones bien altos, acuñando la deportividad, la constancia y el trabajo duro como principales señas de identidad.

A diferencia de otras ediciones, como caso excepcional, se han reunido los vencedores de otros años compitiendo entre si por el premio dando un valor añadido a la competición, subiendo de este modo el listón del perfil de los participantes. Leyendas del mar de todos los tiempos con edades comprendidas entre los 90 y los 120 años, han brillado más que nunca con el reflejo del sol del mediterráneo, rodeando la costa catalana más relucientes que nunca. 
El primer día es un poco como "la vuelta al cole" tras un año prácticamente sin verse, la mayoría de ellos, regresan con fuerzas e ilusión dispuestos a darlo todo por ganar. Dado que se trata de un ámbito muy cerrado todos se conocen desde hace años y una vez en tierra, dejan todo tipo de rivalidades abordo y no dudan en confraternizar y estrechar vínculos que consoliden su amistad.

En la carpa del village familiares, prensa y amigos aguardamos expectantes a su llegada. Haciendo cola en el exquisito bufet de Ostras Amélie me reencontré con mi gran amigo Fernando Peñas Riesco. Al igual que en otras ediciones, una vez más navega abordo del Yanira de 1953 en la categoría Clasicos 1 capitaneado por Andrés de León. Entre risas y palmadas en la espalda nos pusimos un poco al día desde la última vez que nos vimos y tras darnos un abrazo, le deseé suerte.
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De la mano de Mercè Alòs, profesora de la Univerisad de Barcelona, subo abordo del Bakea un velero motor sailer clásico con alma e historia propia. Al traspasar la pasarela soy presentado a toda la tripulación y a Mónica Xufré, armadora, brokerage, patrona y propietaria de Infoser Nautic S.L. Lo que más me llama la atención tras conocerla es el brillo de su mirada al faenar y al transmitirme en primera persona el sentimiento tan intenso que comparte con todo su equipo al navegar.

Tras las pertinentes comprobaciones comienza la aventura. Entre risas y confidencias, la experiencia se torna muy enriquecedora. Tantas horas a bordo y compartiendo un mismo espacio, propicia que se consoliden relaciones de gran calidad humana. Al ritmo de "todos a una" y ayudándose los unos a los otros superan juntos el reto con óptimos resultados. Cuando el mar nos lo permite me armo de valor y voy más allá mostrando un interés sobrenatural por el navío y nada más comenzar me comenta que bakea significa paz en vasco y que fue rebautizado así por José Ignacio Terán, la persona que lo salvó, devolviéndole su esplendor, tras llamarse Cris-Len III Nalú consecutivamente desde que fue construido.

Con una nostálgica mirada al pasado, viajamos atrás en la memoria hasta llegar a una época donde Enrique Mercadal y Enrique Corberó, dos amigos y empresarios catalanes con una pasión en común, viajaron hasta la Vieja Inglaterra para encargar a Laurent J. Giles dos barcos gemelos, uno para cada uno y sus respectivas familias. Con los condicionantes de que fuesen embarcaciones robustas, cálidas, seguras, cómodas y confortables, cuyas dependencias conciliasen con la vida en familia protegiendo a las mismas. Meses después, tras su regreso a Barcelona, el proyecto cobraría vida en los Astilleros de Antonio Viudes S.L viendo nacer al Redos y al Cris-Len III este último formado por el acrónimo de la contracción de los nombres de Cristina y Lena Mercadal.

La leyenda que acompaña a estos veleros está repleta de grandes misterios y claroscuros que irremediablemente hicieron mella sobre ellos. El Bakea,  por ejemplo, Cris-Len III en aquel momento, cruzó el Atlántico en 1997 hasta llegar a Venezuela, cargando substancias estupefacientes de todo tipo con la mala suerte de ser interceptados en un redada en las Islas Canarias, siendo al poco tiempo embargado por Aduanas y permaneciendo amarrado a la intemperie del puerto de Algeciras durante muchos años, siendo finalmente puesto en libertad por José Ignacio Terán, una persona vinculada al mundo de la náutica que lo rescató de la miseria, devolviéndole su dignidad, restaurándolo por completo y volviéndolo a convertir en un barco familiar hasta que un día, súbitamente, falleciera de un paro cardiáco poco después de desembarcar de su última travesía, horas antes de asistir a una cena que habían preparado sus hijas, quienes lo pusieron a la venta y al poco tiempo después fuese comprado por Mónica Xufré y su marido. Me comenta fue una operación muy limpia y sencilla y que tan pronto como recibieron el cheque de paga y señal tras la venta de otro de sus barcos, lo entregaron para pagar la entrada del Bakea.

El éxito de Mónica Xufré viene precedido por toda una vida de lucha, constancia y entrega a una pasión convertida en profesión, la navegación. Desde los 16 años lo hace impulsada por el sentimiento que afloró en su interior tras descubrir el olor que desprende la madera mojada de un barco clásico y desde entonces, cargando siempre con el peso de la losa que comporta el ser mujer en un mundo de hombres, se hizo un hueco, convirtiéndose aún a día de hoy en la única mujer brokerage de Catalunya en la gestión de compra-venta de embarcaciones clásicas y de madera, abriendo una nueva segmentación de mercado en respuesta al vacío comercial que había desde entonces en esta categoría.

Tiene la gran suerte de que su marido es un gran apasionado como ella y que juntos pueden disfrutar de un gran clásico como el Bakea. Nuestra travesía termina y tras haber tenido la gran suerte de haber podido formar parte durante unas horas de esta fascinante historia, amarramos y nos dirigimos a los vestidores para darnos una ducha antes de la entrega de premios.

(Imágenes cedidas por cortesía de Mónica Lorenzo, de Comunicación Estratégica y Marketing Digital) 
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De manos del mismísimo Enrique Puig, Presidente del Grupo Puig y tercera generación del mismo, los vencedores fueron subiendo al escenario en búsqueda de sus ansiados trofeos, quedando los resultados del siguiente modo:

En la categoría de Época Cangreja el Kelpie de 1927 capitaneado por Gery Atkins.

En la categoría de Época Marconi el Cippino de 1947 capitaneado por Martin Billoch.

En la categoría de Clásicos 1 el Yate Guía  de 1967 capitaneado por Ramón Roses.

En la categoría de Clásicos 2 la vela Alba de 1956 capitaneada por Damian Ribas.

En la categoría de Big Boats el MoonBeam III de 1903 capitaneado por Erwan Noblet.
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Como marca la tradición, a las ocho de la tarde, un séquito de camareros del Restaurante del Real Club Náutico de Barcelona, sirvieron al unísono un opíparo banquete compuesto por paellas de marisco, fideuás con gambas de Palamós, brochetas de pollo teriyaki, gazpachos, bandejas de calamares a la romana y un amplio surtido de helados Farggi.
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Los más sibaritas también pudimos disfrutar, una vez más, del espléndido bufet de ostras ofrecido por cortesía de Ostras Amélie maridadas con cava Gramona.

Tras el descanso de rigor para acudir en búsqueda de un gintonic de Nordés, una banda de música amenizó la velada con actuaciones en directo que hicieron bailar a todos los allí presentes, poniendo punto y final a una edición marcada por la emoción de su decanato. 
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