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En una sociedad plural, abierta y cosmopolita como la nuestra por mucho que nos tire la tierra o nuestras raíces, en cada instante pertenecemos tan sólo al lugar donde nos encontramos. La globalización ha hecho del mundo un espacio universal donde coexistir y encontrarnos todos con todos, por ello cada vez más el sector de la hostelería de lujo apuesta por cuidar al máximo cada detalle, con el fin de que la experiencia del huésped sea única e irrepetible, haciéndoles sentir en todo momento como en casa. Hasta aquí todo bien, suena casi a utopía pero por difícil que resulte de creer, detrás de nuestro bienestar se esconde una persona que desde un discreto segundo plano, vela por nosotros, nuestro querido, fiel y servicial amigo el conserje.
En una sociedad plural, abierta y cosmopolita como la nuestra por mucho que nos tire la tierra o nuestras raíces, en cada instante pertenecemos tan sólo al lugar donde nos encontramos. La globalización ha hecho del mundo un espacio universal donde coexistir y encontrarnos todos con todos, por ello cada vez más el sector de la hostelería de lujo apuesta por cuidar al máximo cada detalle, con el fin de que la experiencia del huésped sea única e irrepetible, haciéndoles sentir en todo momento como en casa. Hasta aquí todo bien, suena casi a utopía pero por difícil que resulte de creer, detrás de nuestro bienestar se esconde una persona que desde un discreto segundo plano, vela por nosotros, nuestro querido, fiel y servicial amigo el conserje.
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Para aquellos que gran parte de nuestra vida transcurre en hoteles, pasando en ellos más tiempo que en nuestra propia casa, la figura de este profesional se convierte a menudo en nuestro mejor aliada. Nadie mejor que ellos para adentrarse en el corazón de una ciudad de paso y ayudarnos a movernos por ella como locales. Conocen todos y cada uno de sus recovecos más ocultos, saben a qué restaurantes ir y a cuales no en todo momento y a quien llamar para conseguir entradas para asistir, a última hora, al concierto o al partido del siglo, ahorrándonos interminables colas cuando ya no quedan entradas a la venta. Al igual que las hadas madrinas o los magos, como por arte de magia, ellos son capaces de conseguir lo imposible.
Para aquellos que gran parte de nuestra vida transcurre en hoteles, pasando en ellos más tiempo que en nuestra propia casa, la figura de este profesional se convierte a menudo en nuestro mejor aliada. Nadie mejor que ellos para adentrarse en el corazón de una ciudad de paso y ayudarnos a movernos por ella como locales. Conocen todos y cada uno de sus recovecos más ocultos, saben a qué restaurantes ir y a cuales no en todo momento y a quien llamar para conseguir entradas para asistir, a última hora, al concierto o al partido del siglo, ahorrándonos interminables colas cuando ya no quedan entradas a la venta. Al igual que las hadas madrinas o los magos, como por arte de magia, ellos son capaces de conseguir lo imposible.
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Desde hace ya cuatro ediciones tengo el gran
privilegio de poder asistir cada año a uno de los eventos de la temporada, la
cena de gala anual de la entrega de los Premios las Llave de Oro, lo que
vendría a ser el equivalente de los Óscars dentro del ámbito de los conserjes.
Una noche que premia el esfuerzo, en muchas veces no reconocido por parte del
huésped, la constancia y la impecable labor llevada a cabo con maestría y
solemnidad durante la jornada.
Su emplazamiento es itinerante y cada vez se
elije un hotel diferente para llevar a cabo esta celebración, uno de los denominadores
comunes que protagoniza cada edición es la ilusión, esa magia manifiesta que
nace en respuesta a la entrega y la pasión por un trabajo bien hecho, sin
esperar muchas veces nada a cambio y que al fin se ve recompensado. Tras el
cóctel, uno a uno, los invitados vamos tomando asiento dejándonos llevar a una
noche repleta de sorpresas y emoción contenida.
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Para celebrar la LIII edición de la Delegación de Catalunya, los elegantes salones del exclusivo Hotel Fairmont Rey Juan Carlos I de Barcelona fue el escenario elegido para que conserjes de toda España se dieran cita una vez más, haciendo entrega de los codiciados galardones, dos llaves cruzadas realizadas en oro, obra de la prestigiosa Joyería suiza Bucherer.
Para celebrar la LIII edición de la Delegación de Catalunya, los elegantes salones del exclusivo Hotel Fairmont Rey Juan Carlos I de Barcelona fue el escenario elegido para que conserjes de toda España se dieran cita una vez más, haciendo entrega de los codiciados galardones, dos llaves cruzadas realizadas en oro, obra de la prestigiosa Joyería suiza Bucherer.
La cena dio comienzo con una ligera ensalada de
rúcula con mozarella, piñones, tomate
y aceite de albahaca, seguida de un solomillo ibérico con escalonia, pera y
jengibre confitado con jugo de tomillo y miel, cuyo broche de oro fue puesto
por una deliciosa tarta selva negra.
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Tras los postres se prosiguió a la entrega de las Llaves de Oro a los galardonados de este año. Desde aquí felicitarles y darles las gracias por la invitación.
Tras los postres se prosiguió a la entrega de las Llaves de Oro a los galardonados de este año. Desde aquí felicitarles y darles las gracias por la invitación.
Hasta la próxima edición!
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