Hace más de cien años, un recién llegado de la Habana, Miguel Boadas, desembarcó en Barcelona con un sueño en su maleta, ofrecer a la ciudad algo nuevo, único y diferente con lo que poder hacer historia. Por aquel entonces la capital catalana comenzaba abrirse hueco en el sector del turismo internacional y cada vez recibía más visitantes extranjeros, procedentes de todo el mundo. Observó que en la vorágine de aquel despertar aún faltaba algo. Un lugar con personalidad, donde poder ser testigos de los últimos coletazos de la magia de aquel final de principios de siglo, previos a la guerra y a su vez, deleitarse con la mejor selección de cócteles de autor del momento. Por ese motivo, inspirado en la leyenda de los grandes bares de la época, tales como el Bar Hemingway del Hotel Ritz de París o El Floridita de la Habana, en 1933, decidió abrir El Boadas Cocktail Bar, el primer espacio en rendir tributo al legado de la mixología de toda la ciudad condal y el segundo de nuestro país.
(Imágenes cortesía de Boadas Cocktail Bar)