Caminando por el céntrico y exclusivo Paseo de Gracia barcelonés, la arteria comercial del lujo por antonomasia de la Capital Catalana, nos detenemos delante de la emblemática Casa Amatller, la obra póstuma del célebre arquitecto catalán Josep Puig i Cadafalch.
Tras cruzar el imponente pasillo de la entrada, flanqueados por algunas de las maravillas modernistas que se exponen en las vitrinas, se abre una puerta, la del paraíso. Como si del umbral a un maravilloso cuento de hadas se tratase, nos adentrábamos dentro del fascinante universo creativo de uno de los legados joyeros más importantes de nuestro tiempo.
Tras superar los rigurosos controles de seguridad y acceder al interior del edificio, la directora del flagship store que posee la prestigiosa Joyería Bagués Masriera en Barcelona esperaba nuestra llegada.
Copa de cava en mano dio comienzo el recorrido. Lo que más poderosamente llama la atención del espacio la primera vez que se visita, joyas a parte, es su mobiliario, el original de la época que perteneció a la primera joyería que abrieron en 1839. Completamente restaurado se integra a la perfección bajo un efectista marco de lujo y solemnidad.
---
Siendo los primeros en muchos años en recibir el beneplácito de la directiva para poder acceder a los archivos históricos del taller, nos fueron mostrados "Los Libros" decenas de pequeños ejemplares encuadernados en piel a mano y de tipografía grabada con pan de oro en cuyo interior se encuentran todos y cada uno de los bocetos originales que durante décadas fueron creando los Masriera a lo largo de tres generaciones.
Pese al paso del tiempo aún pueden verse anotaciones en lápiz, correcciones de plumín y algún que otro "arrepentimiento" viéndose en todo momento las distintas fases de la evolución de algunos de los diseños.
Tal y como puede apreciarse en la imagen, la pieza final acabada se adapta y fideliza al máximo al boceto original tanto en dimensiones como en cromatismo. Siguiendo un proceso completamente artesanal, pocas son las diferencias que podemos encontrar entre una pieza de principios de siglo y una misma reproducción actual numerada. Si no fuese por el tipo de talla de los diamantes empleados nadie podría notar la diferencia. Hace años se tallaban con talla rosa 8/8 y en la actualidad a 16/16 brillando aún más cuando les incide la luz.
-----
Al finalizar nuestro recorrido tomamos asiento mostrándonos algunas de las piezas más emblemáticas de cada colección, desde las icónicas ninfas hasta los novedosos murciélagos, pasando por un sin fin de motivos y alegorías florales.
Aprovechando nuestra visita pudimos descubrir la pieza más cara y exclusiva de toda la colección, un precioso collar de oro amarillo de 18 quilates con 92 diamantes talla brillante con un peso total de 2.05 quilates con dos zafiros azules, uno de 2,12 y el otro de 1,32 quilates, una aguamarina talla oval de 11,91 quilates combinados con la técnica del esmaltado al fuego al estilo basse taillé y pliqué à jour, en forma de dragón. Una verdadera maravilla de la alta joyería, perteneciente a la Colección Los Singulares, creada para el deleite de los más exigentes.
Coincidiendo con la presentación de la colección de joyas Las Singulares de Masriera por parte de Joan Oliveras-Bagués, presidente de Bagués-Masriera, los chefs, Marc Gascons de Els Tinars, Mercè Navarro de Roig Robí, Carles Gaig del Restaurant Gaig y la pastelera Patricia Schmidt de Escribà han rendido su particular homenaje a la Joyería Bagués-Masriera con un menú que será servido durante los meses de diciembre y enero en sus respectivos espacios gastronómicos. (Imagen central cortesía de Ferran Nadeu)
Como entrante de este menú-homenaje, Marc Gascons, chef de cocina del restaurante Els Tinars de Llagostera, presenta un plato clásico con sabores tradicionales basado en una coca crujiente de tocino ibérico cocido muy meloso con trufa negra acabada de laminar.
Carles Gaig de Can Gaig, presenta una pularda a la catalana, manteniendo viva la tradición navideña.
Mercè Navarro, alma mater del restaurante Roig Robí, propone un clásico de la cocina catalana: los canelones con trufa.
Para endulzar este menú, la pastelera Patricia Schmidt de Escribà ha elaborado dos propuestas de originales cupcakes, una de gingerbread con crema de canela y la otra de chocolate con crema de praliné. Todas ellas están decoradas con modelados de fondant y pastillaje con los logotipos de Bagués y Masriera.
