En el número 20 de la legendaria calle Tuset de Barcelona se encuentra el Restaurante Ajoblanco, un nuevo referente gastronómico que desde el pasado mes de febrero se suma a la rica y amplia oferta gastronómica de una de las zonas de ocio más elitistas de la Ciudad Condal.
Queriendo recuperar parte del esplendor que se vivió en el lugar en los bulliciosos años setenta, esta nueva apertura consolida el plan de expansión y desarrollo económico que está llevando a cabo Grupo Lombardo en Barcelona.
José Lombardero y su esposa Kate Preston, propietarios del establecimiento, conciben su negocio como el fruto de una pasión común por la gastronomía que hace más de dos décadas les unió tanto dentro como fuera de la cocina.
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Con una nostálgica mirada al pasado, Kate, de origen londinense, recuerda muy feliz sus vacaciones de niña en la Costa Brava.
"Para nosotros reunirnos y comer en familia era una celebración diaria, uno de nuestros objetivos es recrear esa atmósfera festiva y familiar en nuestro restaurante."
Explicaba mientras compartía gestos de complicidad con su marido José, un reconocido empresario gallego del sector de la restauración, que en 1992 le robó el corazón y con el que vive desde entonces.
Tras más de un año de planificación, estudio y desarrollo, Ajoblanco se convirtió en una realidad y comenzó a tomar forma de la mano del reconocido estudio de arquitectura de Lázaro Rosa-Violán.
Desde el primer momento la idea fue crear un espacio atemporal que se nutriese de la esencia de la tradición y conviviese en armonía con el presente al mismo tiempo que mirase hacía el futuro.
Como resultado se obtuvo un espacio diáfano de más de 450 metros cuadrados, repartidos en tres ambientes y presididos por un ambiente cálido y acogedor cuya decoración cabalga entre el estilo americano de los años cincuenta y las cocinas tradicionales inglesas.
Su estilo ecléctico y camaleónico se adapta y evoluciona a las distintas necesidades gastronómicas de la jornada. La barra de la entrada enmarca un gastrobar donde perderse mientras se saborea un sin fin de tapas. Su salón principal se convierte cada medio día en un comedor presidido por una gran vidriera desde donde poder observar discretamente el frenético ritmo de la cocina y sus pequeños reservados, íntimos y acogedores, se convierten en la mejor opción donde celebrar junto a nuestros seres queridos esos momentos especiales de nuestra vida.
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A la caída de la noche su iluminación cambia y su Bar Manager Raúl Rexach, toma las riendas de la sala mientras un dj o una banda tocan música en directo.
Su extensa y elaborada carta de cócteles es sin duda de lo más completa. La amplía formación de Rexach en el ámbito de la alta coctelería, viene abalada por una carrera repleta de éxitos de reconocido prestigio.
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Como cóctel de bienvenida se ofreció un elaborado combinado de nombre "Brazilian Sky" un poema visual que apela a cada uno de los cinco sentidos trasladando al que lo prueba a lo más profundo del corazón de Brasil.
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La filosofía creativa de la cocina se basa en querer ofrecer una experiencia gastronómica única basada en la tradición y elaborada con los mejores ingredientes de cada temporada.
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Como entrante las berenjenas a la miel resultan una acertada elección para ir abriendo el apetito.
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Para aquellos a los que les gusta descubrir nuevas sensaciones se les recomienda la bomba de patata rellena de buey con alioli y salsa de jugo de ternera.
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La selección de arroces de la carta se adapta a la perfección a los exigentes gustos del cliente local.
Este arroz al estilo "brut" con sepia y alcachofas es un claro ejemplo de ello.
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Rindiendo un pequeño homenaje a la gastronomía típica inglesa Kate ha querido incluir uno de sus platos favoritos, el tataki de buey con salsa de rábano picante y trufa.
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Las costillas de cordero de Pirineo a la brasa con polvo de pistacho y salsa de hummus sorprende por su exquisita preparación y elaborada presentación.
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El morro de bacalao a baja temperatura con salsa de ajoblanco y piquillo es toda una alegoría visual donde reinan los contrastes y el equilibrio armónico de texturas y sabores.
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Pese a que el postre estrella de la casa es su mousse de chocolate con leche, salsa de haba tonka y espuma de coco con frutos rojos, para unas fechas de cuaresma y abstinencia tan señaladas como estas, no hay nada mejor que saborear unos deliciosos buñuelos de viento con anís y fresas.
(Imágenes de la decoración cortesía de Ajoblanco.)
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