Tal y como ya habíamos compartido con vosotros en anteriores ocasiones, con
la llegada de la Navidad, cada vez son más quienes optan por celebrarla fuera
de casa. Al fin y al cabo el gasto viene siendo el mismo y el trabajo y el
desgaste emocional que conlleva, resulta prácticamente nulo. Dado que tanto a
anfitriones como a invitados nos gusta ser servidos y al mismo tiempo nos hagan
sentir especiales, hoteles y restaurantes apuestan por genuinas fórmulas con
las que hacer salir de sus hogares a familiares y amigos, lejos de permitirles
caer atrapados en el tedio y la monotonía que conlleva muchas veces, seguir los
típicos tópicos que marca la tradición. El
Hotel Arrey Alella, un boutique,
cuatro estrellas, la última adquisición del Grupo Hotels CMC, es un
claro ejemplo de ello. Siendo plenamente conscientes de las necesidades del
comensal urbano y cosmopolita de hoy, abre de par en par sus puertas para dar
la bienvenida a todos aquellos que en unas fechas tan señaladas, busquen
sentirse como en casa. Una ardua tarea, nada fácil teniendo en cuenta la amplia
y variada oferta del mercado.
Cualquier excusa con un claro trasfondo gastronómico es buena para reunirse estos días alrededor de una misma mesa. El Restaurante Can Balcells, nombre original de la propiedad en la que se enmarca el hotel, también conocido como “La Casa China”, sede durante años de Caves Signat, lo sabe por ello ha elaborado cinco menús con los que sorprender a sus comensales. Todos ellos, elaborados con ingredientes de primerísima calidad y km 0 apostando por ingredientes locales de la zona. Como aperitivo el chef por un lado sugiere unas zamburiñas a la brasa con chutney de tomate y aceite de albahaca por otro pulpo a la gallega con patata y aceite de pimentón. Los entrante siempre calientes, bien a modo de la tradicional sopa de escudella con galets rellenos o de canelón con bechamel trufada. Los postres son puro deleite para el paladar tanto la torrija caramelizada con helado de canela como la tarta de queso con mermelada de frutos del bosque resulta un acierto seguro. Como colofón final, quien se vea capaz, un surtido de turrones y barquillos se encargan de hacer el resto antes de brindar con un buen cava.