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Caminando por el céntrico Barrio Gótico de Barcelona, nos dirigimos a una de las fortalezas barrocas más legendarias de la zona, nos referimos al que en su día fuese el antiguo Palacio Gomis, una construcción del siglo XVIII, propiedad de una de las mas acaudaladas familias de la ciudad que a día de hoy rememora el esplendor de tiempos pretéritos, celebrando en sus salas, algunas de las más exclusivas celebraciones de la capital.
De la mano de la prestigiosa destilería italiana Campari nos adentramos en primera persona en un fascinante viaje a través de los sentidos, donde nada es lo que parece. Al traspasar el umbral que separa lo excepcional de lo cotidiano, avistamos un letrero que nos indica que tan sólo nos encontramos a 24 pasos de nuestro destino, el Unexpected Red Social Club de Campari, un punto de encuentro que a partes iguales, aúna tradición y vanguardia al servicio de la más pura y genuina acepción del hedonismo.
Un original photocall, en el que poder saborear cualquiera de los cuatro cócteles elaborados con Campari, se encarga de darnos la bienvenida a un fascinante universo donde todo tiene un porqué y en el que nada es lo que parece. Por lo que pudiese pasar, se instaló un fotomatón con el que perpetuar en el recuerdo nuestra visita.
Una cuidada ambientación con mobiliario formado por iconos del diseño contemporáneo made in italy, actúa a modo de ante sala, antes de convertirme en elprotagonista de una fiesta, bajo la atenta mirada de retratos vivientes de célebres personalidades de la talla de Maria Luisa de Parma, también conocida como "La Reina infiel".
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Tras disfrutar de la velada al ritmo de un piano bar en directo, pudimos saborear todos y cada uno de los cócteles servidos bajo un marco de lujo y excepción inigualable, el gran salón de baile, antes de dar paso a la cena, un extraordinario ágape culinario creado en el exclusiva por nuestro amigo el célebre chef, director y copropietario del Restaurante Spoonik, Jaime Lieberman.
La cena fue servida en la planta noble del inmueble, la que en su día albergase las estancias privadas de los señores, un área restringida, a la que no todo el mundo tenía acceso. Allí nos aguardaba a nuestra espera una elegante mesa de doce comensales, custodiada ante la atenta mirada de un cuarteto de cuerda que nos amenizó la noche actuando en directo.
Al leer la minutta nuestras papilas gustativas palpitaron extasiadas, ante el extraordinario festín que se presentaba ante ellas, no tan sólo por el virtuosismo de cada uno de los platos, sino también por los matices extra que aportaban cada uno de los combinados, elaborados por las manos expertas de Giacomo Giannotti que maridaban cada uno de ellos.
Sin más preámbulo, comenzamos in crescendo con un Campari Tonic acompañando una ensalada de mar con brotes y flores, seguida de un ceviche andino de trucha. La composición armónica de ambos platos, tanto en cromatismo como en textura, convive sin jerarquías, potenciando cada uno de sus sabores de la mano del genuino toque de Campari.
Como plato principal disfrutamos de un delicioso encocado de cigala regado con un original Sottobosco Boulevardier de sofisticada presentación, servido en una copa en forma de seta que a título personal quise contrastar con uno de los aperitivos, una ración de emulsión de ajo negro con sésamo.
El broche de oro, nunca mejor dicho, lo puso una esponjosa babá al ron con finas láminas de pan de oro, espuma de rosa roja y flores de pensamiento acompañados por un Unexpected Campari Shot de Negroni servido en un cubo de hielo.
Desde Monsieur Privé queremos dar las gracias por la invitación y felicitar a todo el equipo de Campari por el éxito y originalidad de esta acción, en especial a Núria Escoda, a Carla Llado y a Cristina Andreu .
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